martes, 30 de agosto de 2011

Amores prohibidos

Hablando con él, Alicia siempre se siente comprendida. Tienen el tipo de relación en el que cuando uno empieza una frase, el otro la termina. Una amistad fraguada tras horas y horas de conversaciones y noches sin dormir por no poder dejar de hablar el uno con el otro. Mirándose al corazón de un modo tan puro que no tiene sentido no quemarse, no lanzarse al vacío a comprobar qué hay detrás de esas palabras. Se conocen. Se conocen los dos tan bien que probablemente es imposible que lo que sea que haya entre ellos saliera mal pasara lo que pasara.

Alicia lleva meses fantaseando con lo grande que la tiene él gracias a un comentario que él dejó caer la noche que se contaron su primera vez. Y él la ve en sus sueños saliendo de la ducha con los cabellos mojados chorreándole por el resto del cuerpo y la piel de gallina. Y la quiere envolver con una toalla suave y caliente sólo por un instante. Tan sólo por un instante para poder abrazarla un segundo antes de que su pasión contenida se desate y la bese intensamente en la boca. Antes de que ella le desabroche los botones del pantalón y compruebe ansiosa que él no mentía. Antes de que Alicia se rinda y rodee el cuerpo de él con sus largas piernas. Antes de que él descargue toda su pasión dentro de ella. Y antes de que se haga tarde y se den cuenta de que todo estaba en su imaginación. Antes de que Alicia huya a su País de las Maravillas y de que él vuelva a su cruda realidad.

Porque entre Alicia y él nunca pasará nada. Porque él no jugaba para no perder y Alicia hacía trampas para no ganar.

domingo, 28 de agosto de 2011

Matando príncipes...



Alicia suspira profundamente tumbada sobre la suave hierba con los ojos cerrados imaginando a su príncipe azul. Tan sólo imaginando cómo él la querría. Intensamente cuando la deseara, dulcemente cuando quisiera que fuera ella la que lo deseara, tiernamente cuando ella estuviera triste o preocupada y en la distancia cuando él o ella o los dos necesitaran aire libre y soledad.

Por eso Alicia no entiende nunca qué les pasa a esas princesas caprichosas y egoístas, que cuando se enfadan dejan a su príncipe azul con la intención de que él vuelva suplicando más de mil y una veces que le perdone por algo que probablemente él no sabe ni que ha hecho. Alicia no entiende que teniendo un príncipe azul que te baja la luna cuando tú quieres, que tira su capa en los charcos para que tus zapatos no se mojen, que lo deja todo cuando tú le dices ven, haya princesas que no sean capaces de apreciarlo.

Alicia es consciente de que el príncipe azul se destiñe con los lavados, pero conoce a este príncipe aunque no sea de ella y sabe que sigue siendo azul y que quiere a su princesa más que a su vida. ¿Cómo puede ella no darse cuenta? ¿Y por qué tiene que poner su amor a prueba cada momento?

Que se esté en pareja no implica que la persona pierda su carácter individual. La otra persona no te pertenece hasta esos extremos. Que tú seas mío y que yo sea tuya no implica que nos convirtamos en un ente que hace todo juntos. Nos convertimos en nosotros para ser mejores, pero de vez en cuando podemos ser sólo tú o sólo yo. Y que juntos nosotros funcionemos bien depende de que tú y yo también funcionemos bien y estemos autorrealizados y felices por separado.

No sé, en el País de las Maravillas de Alicia las peleas de enamorados nunca duran más de un día y siempre se resuelven consultándolo juntos con la almohada.

viernes, 19 de agosto de 2011

Pedazos de mi vida rota

"Yo no quiero que te mueras".

Después de una ración del más delicioso sexo que mi cuerpo ha probado nunca (tu variante del "te amo más que a mi propia vida y esto es por si algún día te atreves a olvidarte de mí"), enredados en tu cama, te susurré al oído:
- Prométeme que no me vas a dejar nunca.

De música de fondo suena "Have you ever loved a woman" de Bryan Adams, cómo no, Bryan Adams siempre sonaba cuando hacíamos el amor. Y tú, en vez de engañarme, me dices:
- Eso no te lo puedo prometer, mi amor.
- ¿Por qué? ¿Es que crees que vas a querer dejarme algún día?
- No, claro que no, tonta, pero hay cosas que no dependen de mí. Puedo tener un accidente o una enfermedad. Puedo morirme.
-No digas eso. Yo no quiero que te mueras. Dime que no morirás, que no me dejarás nunca.
- No te lo puedo decir, mi vida, no llores. No depende de mí, pero si pasa quiero que vuelvas a sonreir cuando puedas. Que encuentres a alguien y sigas adelante con tu vida. Quiero verte feliz.
- No puedo vivir sin ti. Me suicidaré, me cortaré las venas, saltaré por un acantilado. Me moriré sin ti.
- No digas tonterías, cariño. Claro que puedes. Sobrevivirás.

Ni siquiera las cristalinas lágrimas que asomaban en mis ojos lograban nunca que me mintieras. Por eso te quise tanto. Lloré en silencio entre tus brazos y tus dulces besos se fueron tragando mis lágrimas mientras nos volvíamos a fundir en uno.

Siempre me he preguntado si tú ya lo sabías. Cuánto me duele reconocer que tenías razón.









martes, 9 de agosto de 2011

Sinceramente...



Yo no te pido nada, nunca lo he hecho.

Sé que probablemente no leerás esto. Y que lo más seguro es que si lo hicieras, no te enteraras siquiera que me refiero a ti. Poco me importa eso, la verdad. Como tampoco ya ni me importa tu situación ni nada aparte del momento presente. No se puede vivir anclado en el pasado ni tampoco pensando en el futuro. Sólo se vive el presente. Y ahora mismo no me preocupa el mañana, el mañana ya llegará, siempre llega. Sólo quiero que me mires y te des cuenta de cuánto te deseo. Sólo quiero saber lo larga que es tu lengua y si puede seguir el ritmo de mi lengua. Quiero saber qué secretos innecesarios le confesarías a mis oídos para llevarme a tu cama. Cómo se siente tu barba entre mis piernas. Cómo suenan tus suspiros en mi oreja y cómo se siente el aire cuando tus dedos rozan mi piel. Y que se detenga el tiempo y esa noche del presente dure una eternidad. Yo tan sólo quiero probarte. Sin ataduras, sin compromisos. Tan sólo piel contra piel.

Ya ves, soy una chica fácil. No necesito que me jures amor eterno, sólo que me quieras esta noche. No necesito que me bajes la luna para ser tuya por un momento. No espero a cambio mas que seas mío por ese momento.

Sinceramente, sólo quiero estar esta noche contigo. Y lo que pase mañana, pasará mañana.